John Wayne
Frank Sinatra
Dean Martin
Mack Gray. Alias Killer. Nacido en Brooklyn, Nueva York, el 11 de diciembre de 1905 y fallecido en Los Ángeles, California, el 7 de enero de 1981.
Amigo íntimo de Dean Martin y su asistente personal. Ya había desempeñado ese cometido durante veinte años para el actor George Raft, un artista de conocidas relaciones con la Mafia al que Dean admiraba por su increíble forma de entender la vida. A través de Mack Gray, el cantante pudo acercarse a su ídolo y conocer mejor su particular filosofía. Por ejemplo, Raft nunca trabajaba en ninguna película que no le apeteciese de verdad, ni permanecía en una fiesta cuando ésta dejaba de agradarle; no importaban los compromisos. Cuando no trabajaba, dejaba pasar las horas bebiendo cócteles al sol en su piscina, en albornoz, mientras veía corretear y bañarse a las bailarinas, aspirantes a actriz y cantantes soñadoras que eran invitadas a su casa con la única condición de que debían andar siempre desnudas por ella.
Gray participó en medio centenar de películas de ambos actores con los que trabajó, siempre en papeles pequeños. Al parecer fue la legendaria Carole Lombard quien lo apodó Killer (asesino) por los matones a los que solía interpretar en las películas junto a George Raft, aunque también otras fuentes apuntan a que pudo ganarse ese sobrenombre por determinados trabajos para el crimen organizado. Sus conocimientos y contactos con el universo mafioso sirvieron a Dino en más de una ocasión para evitar problemas. Fue el amigo más cercano que tuvo a lo largo de buena parte de su vida. Su muerte fue un duro golpe para el cantante.
Amigo íntimo de Dean Martin y su asistente personal. Ya había desempeñado ese cometido durante veinte años para el actor George Raft, un artista de conocidas relaciones con la Mafia al que Dean admiraba por su increíble forma de entender la vida. A través de Mack Gray, el cantante pudo acercarse a su ídolo y conocer mejor su particular filosofía. Por ejemplo, Raft nunca trabajaba en ninguna película que no le apeteciese de verdad, ni permanecía en una fiesta cuando ésta dejaba de agradarle; no importaban los compromisos. Cuando no trabajaba, dejaba pasar las horas bebiendo cócteles al sol en su piscina, en albornoz, mientras veía corretear y bañarse a las bailarinas, aspirantes a actriz y cantantes soñadoras que eran invitadas a su casa con la única condición de que debían andar siempre desnudas por ella.
Gray participó en medio centenar de películas de ambos actores con los que trabajó, siempre en papeles pequeños. Al parecer fue la legendaria Carole Lombard quien lo apodó Killer (asesino) por los matones a los que solía interpretar en las películas junto a George Raft, aunque también otras fuentes apuntan a que pudo ganarse ese sobrenombre por determinados trabajos para el crimen organizado. Sus conocimientos y contactos con el universo mafioso sirvieron a Dino en más de una ocasión para evitar problemas. Fue el amigo más cercano que tuvo a lo largo de buena parte de su vida. Su muerte fue un duro golpe para el cantante.
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Sam Giancana. Nombre real: Salvatore Giangana. Alias Momo, Mooney, Sam el Cigarro y Sammy. Nacido en Chicago, Illinois, el 5 de junio de 1908 y fallecido en Oak Park, Illinois, el 19 de junio de 1975..
Johnny Roselli. Nombre real: Filippo Sacco. Alias Bello Johhny, alias Johnny el Guapo, alias de John F. Stewart. Nacido en Esperia, región de Frosinone, Italia, el 4 de julio 1905 y fallecido en Dumfounding Bay, Florida, el 9 de agosto de 1976.
Inmigró con su familia a Estados Unidos, estableciéndose en Somerville, Massachusetts, en 1911. El joven Filippo creció allí en un ambiente marcado por la pobreza y la delincuencia, abandonado por su padre. En 1922, con 17 años, tuvo que huir tras matar a un hombre y escogió Chicago como destino, donde la ley seca impuesta por la Ley Volstead tres años antes estaba convirtiendo esa ciudad en un nido de gángsteres, y hogar matriz de la mafia italiana de todo el país. Filippo cambió su nombre al llegar por el de Johnny Roselli, en homenaje al escultor del Renacimiento Cosimo Rosselli. Además, dado su gusto por los trajes elegantes y sus sofisticadas maneras, le hicieron ganarse el apodo de Johnny el Guapo.
No tardó en ganarse la confianza de los jefes de la organización, y no se sabe a ciencia cierta si fue el propio Al Capone o su segundo y posterior heredero, Frank Nitti, quien decidió enviarlo a la Costa Oeste para cuidar de los intereses de la organización en el floreciente Hollywood y la soleada Los Ángeles. Con el paso de los años y la cada vez más evidente presencia de la Mafia en todos los ámbitos del mundo del espectáculo –cine, música, conciertos-, Roselli acabó convirtiéndose en el hombre clave de la Costa Oeste. Y cuando la ciudad de Las Vegas alcanzó su condición de patio de juego de la alta sociedad estadounidense, Roselli fue también el responsable de cuidar del negocio. Su carácter afable y su aspecto impecable se lo pusieron fácil para que la mayoría de las estrellas del cine y la música no sólo le tuvieran respeto, sino que también lo consideraran un amigo más.
En las décadas siguientes, diversas investigaciones y declaraciones de confidentes señalaron a Roselli como uno de los principales enlaces entre la CIA y la Mafia, además de un hombre clave en un intento para asesinar a Fidel Castro y en el magnicidio de John F. Kennedy. James Earl Files, la única persona que ha declarado haber participado en el asesinato presidencial, señaló a Roselli como jefe de un equipo de apoyo reclutado por la CIA para la puesta en marcha del atentado, y que fue uno de los tres tiradores, aunque a priori se había negado a disparar. Según Files, el tercer tirador fue un tal Charles ‘Chuckie’ Nicoletti. Otras dos declaraciones involucran de una u otra forma a Roselli en la conspiración. Por un lado la de Salvatore ‘Bill’ Bonanno, hijo de Joe Bonanno, capo de una de las cinco familias de Nueva York, quien escribió en su biografía que el propio Roselli le había hablado del complot y le había contado que él fue el tirador apostado tras la valla sobre el montículo de hierba de la calle Elm en Dallas. Sin embargo, un piloto al servicio de la CIA, Tosh Plumlee, declaró haber llevado a Roselli de Tampa a Dallas aquel 22 de noviembre de 1963 con la misión, según le dijo Roselli, de abortar la operación.
En 1975 Johnny Roselli fue llamado a declarar ante un comité del Senado sobre la denominada Operación Mangosta, el plan de la CIA para asesinar a Fidel Castro aprobado por John F. Kennedy el 30 de noviembre de 1961. También fue citado Sam Giancana, el capo di tutti capi en Chicago, pero fue tiroteado por un pistolero anónimo pocos días antes de su comparecencia. Roselli no declaró nada de interés al comité y se convirtió, gracias a la muerte de Giancana, en el hombre más poderoso de Chicago, por lo que muchos lo señalaron como autor del atentado.
No obstante, el poder le duró poco. Al año siguiente, en abril de 1976, fue nuevamente citado ante otro comité, encargado de investigar esta vez el asesinato de Kennedy, y en el que volvió a hablarse de nuevo de la Operación Mangosta. Aunque su primera comparecencia permaneció en secreto, las familias mafiosas del país pensaron que Roselli estaba colaborando con el Gobierno, rompiendo así la Omertá, o ley del silencio de la Mafia. Cuando se le volvió a conovar, Roselli no apareció. Llevaba en paradero desconocido desde el 28 de julio. El 9 de agosto se encontró su cuerpo en las aguas de Dumfounding Bay, cerca de Miami. Lo habían estrangulado, le habían disparado, y cortado las piernas a continuación para meterlo en un barril de gasolina que arrojaron a la bahía.
Inmigró con su familia a Estados Unidos, estableciéndose en Somerville, Massachusetts, en 1911. El joven Filippo creció allí en un ambiente marcado por la pobreza y la delincuencia, abandonado por su padre. En 1922, con 17 años, tuvo que huir tras matar a un hombre y escogió Chicago como destino, donde la ley seca impuesta por la Ley Volstead tres años antes estaba convirtiendo esa ciudad en un nido de gángsteres, y hogar matriz de la mafia italiana de todo el país. Filippo cambió su nombre al llegar por el de Johnny Roselli, en homenaje al escultor del Renacimiento Cosimo Rosselli. Además, dado su gusto por los trajes elegantes y sus sofisticadas maneras, le hicieron ganarse el apodo de Johnny el Guapo.
No tardó en ganarse la confianza de los jefes de la organización, y no se sabe a ciencia cierta si fue el propio Al Capone o su segundo y posterior heredero, Frank Nitti, quien decidió enviarlo a la Costa Oeste para cuidar de los intereses de la organización en el floreciente Hollywood y la soleada Los Ángeles. Con el paso de los años y la cada vez más evidente presencia de la Mafia en todos los ámbitos del mundo del espectáculo –cine, música, conciertos-, Roselli acabó convirtiéndose en el hombre clave de la Costa Oeste. Y cuando la ciudad de Las Vegas alcanzó su condición de patio de juego de la alta sociedad estadounidense, Roselli fue también el responsable de cuidar del negocio. Su carácter afable y su aspecto impecable se lo pusieron fácil para que la mayoría de las estrellas del cine y la música no sólo le tuvieran respeto, sino que también lo consideraran un amigo más.
En las décadas siguientes, diversas investigaciones y declaraciones de confidentes señalaron a Roselli como uno de los principales enlaces entre la CIA y la Mafia, además de un hombre clave en un intento para asesinar a Fidel Castro y en el magnicidio de John F. Kennedy. James Earl Files, la única persona que ha declarado haber participado en el asesinato presidencial, señaló a Roselli como jefe de un equipo de apoyo reclutado por la CIA para la puesta en marcha del atentado, y que fue uno de los tres tiradores, aunque a priori se había negado a disparar. Según Files, el tercer tirador fue un tal Charles ‘Chuckie’ Nicoletti. Otras dos declaraciones involucran de una u otra forma a Roselli en la conspiración. Por un lado la de Salvatore ‘Bill’ Bonanno, hijo de Joe Bonanno, capo de una de las cinco familias de Nueva York, quien escribió en su biografía que el propio Roselli le había hablado del complot y le había contado que él fue el tirador apostado tras la valla sobre el montículo de hierba de la calle Elm en Dallas. Sin embargo, un piloto al servicio de la CIA, Tosh Plumlee, declaró haber llevado a Roselli de Tampa a Dallas aquel 22 de noviembre de 1963 con la misión, según le dijo Roselli, de abortar la operación.
En 1975 Johnny Roselli fue llamado a declarar ante un comité del Senado sobre la denominada Operación Mangosta, el plan de la CIA para asesinar a Fidel Castro aprobado por John F. Kennedy el 30 de noviembre de 1961. También fue citado Sam Giancana, el capo di tutti capi en Chicago, pero fue tiroteado por un pistolero anónimo pocos días antes de su comparecencia. Roselli no declaró nada de interés al comité y se convirtió, gracias a la muerte de Giancana, en el hombre más poderoso de Chicago, por lo que muchos lo señalaron como autor del atentado.
No obstante, el poder le duró poco. Al año siguiente, en abril de 1976, fue nuevamente citado ante otro comité, encargado de investigar esta vez el asesinato de Kennedy, y en el que volvió a hablarse de nuevo de la Operación Mangosta. Aunque su primera comparecencia permaneció en secreto, las familias mafiosas del país pensaron que Roselli estaba colaborando con el Gobierno, rompiendo así la Omertá, o ley del silencio de la Mafia. Cuando se le volvió a conovar, Roselli no apareció. Llevaba en paradero desconocido desde el 28 de julio. El 9 de agosto se encontró su cuerpo en las aguas de Dumfounding Bay, cerca de Miami. Lo habían estrangulado, le habían disparado, y cortado las piernas a continuación para meterlo en un barril de gasolina que arrojaron a la bahía.
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Paul D’Amato. Nombre real: Pasquale Emilio D'Amato. Alias Skinny y Mr Atlantic City. 1908-1984.
Atlantic City, en el estado de Nueva Jersey, fue durante toda la primera mitad del siglo XX uno de los principales lugares de recreo de la jet set estadounidense. Ricos y famosos acudían a esta ciudad para disfrutar de sus playas, casinos y hoteles de lujo, la mayoría levantados a lo largo de su popular paseo marítimo. Durante 30 años, el control de todos los entretenimientos legales e ilegales de la ciudad estuvo en manos de Enoch ‘Nucky’ Johnson, desde 1911 hasta su ingreso en prisión en 1941. Fue entonces cuando comenzó el reinado de Paul D’Amato, apodado ‘Skinny’ (el flaco) por su corte espigado. D’Amato entro en la ciudad como profesional del juego, y poco a poco, su buen hacer y excelentes conexiones lo llevaron a convertirse en el hombre de confianza en Atlantic City de la familia Genovese, de Nueva York. Además, dado su don de gente, entabló buena amistad con los mafiosos de Chicago Sam Giancana y Johnny Roselli, por lo que solían montar sus propios negocios.
A pesar de estar relacionado con elementos mafiosos, a D’Amato nunca se le ha considerado un hampón, ni está relacionado en forma alguna con crímenes de sangre. Tema aparte son sus negocios clandestino de alcohol y juego, gracias a los que se convirtió en el empresario más popular de la ciudad.
D’Amato adquirió a comienzos de los cuarenta el 500 Café, que no tardó en convertir en el 500 Club, un local de copas y actuaciones que ocultaba un casino clandestino. Para atraer clientes, Skinny logró tener en cartel a los mejores artistas del momento, como Dean Martin y Jerry Lewis, Frank Sinatra, Joe E. Lewis o Sammy Davis Jr. Si los artistas, políticos y famosos en general de Los Ángeles acudían a Las Vegas a pasarlo bien , los de Nueva York y alrededores tenían en Atlantic Cirty su particular ciudad del pecado. Y dentro de ella, ningún local era tan concurrido ni tenía mejores atracciones como el 500 Club. Además, los artistas lo adoraban, entre otras cosas por su apoyo incondicional en los malos momentos. Los miembros del Rat Pack, por ejemplo, siempre se declararon en deuda con él: sólo Skinny seguía contratando a Sinatra cuando calló en desgracia a finales de los cuarenta; tampoco dejó de llamar a Dean Martin tras la separación de Jerry Lewis, cuando todos apostaban a que se hundiría; y a pesar de los miedos de Sammy Davis Jr. A que nadie querría tener en su escenario a un artista tuerto –tras un aparatoso accidente de coche- D’Amato le demostró que estaba equivocado.
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Atlantic City, en el estado de Nueva Jersey, fue durante toda la primera mitad del siglo XX uno de los principales lugares de recreo de la jet set estadounidense. Ricos y famosos acudían a esta ciudad para disfrutar de sus playas, casinos y hoteles de lujo, la mayoría levantados a lo largo de su popular paseo marítimo. Durante 30 años, el control de todos los entretenimientos legales e ilegales de la ciudad estuvo en manos de Enoch ‘Nucky’ Johnson, desde 1911 hasta su ingreso en prisión en 1941. Fue entonces cuando comenzó el reinado de Paul D’Amato, apodado ‘Skinny’ (el flaco) por su corte espigado. D’Amato entro en la ciudad como profesional del juego, y poco a poco, su buen hacer y excelentes conexiones lo llevaron a convertirse en el hombre de confianza en Atlantic City de la familia Genovese, de Nueva York. Además, dado su don de gente, entabló buena amistad con los mafiosos de Chicago Sam Giancana y Johnny Roselli, por lo que solían montar sus propios negocios.
A pesar de estar relacionado con elementos mafiosos, a D’Amato nunca se le ha considerado un hampón, ni está relacionado en forma alguna con crímenes de sangre. Tema aparte son sus negocios clandestino de alcohol y juego, gracias a los que se convirtió en el empresario más popular de la ciudad.
D’Amato adquirió a comienzos de los cuarenta el 500 Café, que no tardó en convertir en el 500 Club, un local de copas y actuaciones que ocultaba un casino clandestino. Para atraer clientes, Skinny logró tener en cartel a los mejores artistas del momento, como Dean Martin y Jerry Lewis, Frank Sinatra, Joe E. Lewis o Sammy Davis Jr. Si los artistas, políticos y famosos en general de Los Ángeles acudían a Las Vegas a pasarlo bien , los de Nueva York y alrededores tenían en Atlantic Cirty su particular ciudad del pecado. Y dentro de ella, ningún local era tan concurrido ni tenía mejores atracciones como el 500 Club. Además, los artistas lo adoraban, entre otras cosas por su apoyo incondicional en los malos momentos. Los miembros del Rat Pack, por ejemplo, siempre se declararon en deuda con él: sólo Skinny seguía contratando a Sinatra cuando calló en desgracia a finales de los cuarenta; tampoco dejó de llamar a Dean Martin tras la separación de Jerry Lewis, cuando todos apostaban a que se hundiría; y a pesar de los miedos de Sammy Davis Jr. A que nadie querría tener en su escenario a un artista tuerto –tras un aparatoso accidente de coche- D’Amato le demostró que estaba equivocado.
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D'Amato y Kennedy, durante una cena en mitad de la campaña presidencial.
Cuando el capo Sam Giancana aceptó ayudar a JFK en las primarias de 1960, recurrió a Skinny para que le ayudara. La suerte estaba echada en casi todos los estados pero había unos pocos indecisos que serían la llave de la victoria. Uno de ellos era Virginia Occidental, y Momo Giancana era consciente de que la mayoría de los sheriffs, en cuyas manos descansaba el control de las elecciones, eran clientes asiduos del 500 Club. Según diversas fuentes, siguiendo órdenes de Giancana, D’Amato tomó fondos de las pensiones del poderoso sindicato de camioneros y fue distribuyendo maletines llenos de dinero que acabaron dando la victoria en Virginia Occidental al candidato demócrata.
Pero lejos de ser amigo de este tipo de conspiraciones, Skinny D’Amato era ante todo un hombre del mundo del espectáculo, que disfrutaba estando cada noche al frente del 500 Club. Por eso, cuando el local sucumbió pasto de las llamas en junio de 1973, D’Amato entró en una profunda depresión de la que no volvió a salir. Pasó los siguientes diez años sin apenas salir de su casa ni relacionarse con nadie. Murió en Atlantic City, el 5 de junio de 1984, a los 75 años. Uno de los hombres que portaron su féretro fue su íntimo amigo Frank Sinatra.
Louis Jourdan